Ser discípulo de Cristo es seguir Jesús. Esta es la definición más práctica de lo que significa ser un discípulo de Jesús. En ese sentido, cada vez que estemos a punto de tomar una decisión o de realizar una acción, debemos preguntarnos qué es lo que Cristo haría o decidiría en nuestro lugar. Esto es lo que en esencia, Dios quería enseñarles a los israelitas.
El capítulo de hoy tiene varias instrucciones para la buena convivencia de los israelitas cuando entren a poseer la tierra prometida. Entre las instrucciones que Dios demandaba de su pueblo, estaba el ayudar a los extranjeros, huérfanos y viudas:
- TENEMOS QUE APRENDER A DAR LO QUE TENEMOS (v.19). No podemos dar lo que no tenemos. Y Dios no nos pide que demos de lo que no tenemos. Si Dios te ha permitido tener bendiciones, lo menos que puedes hacer es bendecir a los demás.
- DEBEMOS PENSAR SIEMPRE EN EL BIENESTAR DE LOS DEMÁS (v.20). El amor de Dios no debe ser solo teórico. Qué fácil es hablar de amar al prójimo. Lo difícil es amar al prójimo. Pensemos en lo difícil que es ser extranjero, huérfano y viuda. Pensemos en lo difícil que resulta vivir sin alguien que nos pueda ayudar. Dios los quiere ayudar, y tú y yo somos los brazos de Jesús. ¿Amén?
- DEBEMOS PRACTICAR LA GENEROSIDAD COMO UN ESTILO DE VIDA (v.21). La generosidad no debe ser solo por una fecha en el calendario. O por una actividad de la iglesia. La generosidad debe ser un estilo de vida. Si hay gente que necesita ayuda y tú puedes ayudar, puedes hacerlo. Todos los días podemos ayudar.
- DEBEMOS APRENDER A PRACTICAR LA EMPATÍA (v.19-22). El recordar que no siempre tuvimos lo que hoy tenemos nos hace tener un corazón humilde y dadivoso.
- DEBEMOS ACORDARNOS DE DÓNDE DIOS NOS SACÓ (v.22). El que se olvida de dónde lo sacó Dios, se olvida a dónde quiere llevarlo Dios. Todos fuimos extranjeros. Somos extranjeros rumbo a Canaán celestial. Cuidamos a los extranjeros también.
El secreto para la bendición está en la generosidad y el saber reconocer el trabajo de los demás, a esto Jesucristo le llama la ley de la siembra y la cosecha, de lo que sembramos es lo que cosechamos. Seremos mucho más bendecidos de lo que hoy somos, si bendecimos a los demás cada día.
Seguir a Jesús es bendecir a las demás personas, como Cristo nos bendice cada día. ¿Amén?
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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