“Manda a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, esto es, la tierra que os ha de caer en herencia, la tierra de Canaán según sus límites” (Números 34:2).
Finalmente, a puertas de entrar a la tierra prometida, Dios le indica los límites de la tierra de Canaán que los israelitas deben poseer, y que Dios les daba como heredad. En este capítulo podemos destacar por lo menos dos grandes verdades respecto a la “tierra prometida”:
1. ACCIÓN, LOS LÍMITES. Dios les deja instrucciones clara sobre los límites. Y es que tener en cuenta los límites nos ayudan a saber hasta dónde puedo, y hasta dónde no puedo. Israel debía expulsar de los cananeos que estaban dentro de los límites que Dios había indicado. En el plano espiritual, esto nos enseña que hay algo que tenemos que hacer. Es cierto, Dios nos ha entregado la posibilidad de ir a Canaán Celestial, pero necesitamos hacer algo. Hay algo que debemos hacer, y eso tiene que ver con la ley, que son límites para cada uno de nosotros. La ley es como los límites que Dios había indicado al pueblo. Hasta dónde puedo, y desde dónde no puedo. Así funciona la ley de Dios, la ley nos protege, nos muestra los límites que nos ayudarán a vivir mejor. Eso es lo que nos corresponde.
2. GRACIA, LA HERENCIA. Pues bien, aunque los límites indicaban hasta dónde podía hacer, y desde dónde no podía hacer, puesto a que los israelitas debían expulsar a los cananeos, lo segundo que es importante destacar es que LA HERENCIA, CANAÁN, es un “regalo”, no nos cuesta, no hicimos nada para comprar, es gratuito. Dios es quien da claramente, y lo hace con sus razones y de acuerdo a cada tribu y sus características específicas y singulares. Del mismo modo, en el plano espiritual, aplicándolo al hoy; no debemos olvidar que el cielo, la Canaán celestial, es un regalo de Dios. No hicimos nada para merecer la “heredad” de la salvación, de la “tierra nueva”, es Dios quien nos da por gracia.
¿Qué tal? Es este capítulo podemos ver un símil minúsculo de la salvación o acceso a la “tierra nueva”: ACCIÓN HUMANA (obras) cuando el pueblo debía expulsar cananeos dentro de los límites que Dios había indicado, y ACCIÓN DIVINA (fe) cuando los israelitas entendieron que la herencia es como tal, gratuita, por gracia, un regalo de Dios. Así, cuando aceptamos que la salvación es una herencia inmerecida, lo aceptamos por fe. ¿Y las obras? Están en los límites y en lo que nos corresponde hacer: EXPULSAR A LOS CANANEOS.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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