“echaréis de delante de vosotros a todos los moradores del país, y destruiréis todos sus ídolos de piedra, y todas sus imágenes de fundición, y destruiréis todos sus lugares altos” (Números 33:52).
La tierra prometida, tal como se presentó en Números 13 era fértil, “fluía leche y miel”, sinónimos de riqueza y grandeza. Sin embargo, esta tierra tenía un problema: “estaba habitada” por los hijos de Anac, Amalec, los heteos, jebuseos, amorreos, y los cananeos.
Entonces, 40 años después de haber salido de Egipto rumbo a Canaán, y finalmente estaban a punto de tomar “la heredad” que Dios había prometido a Abraham, Isaac y Jacob. Toda la heredad debería ser conquistada, pues estaban habitadas por los cananeos. Esa fue la orden de Dios:
“Cuando hayáis pasado el Jordán entrando en la tierra de Canaán, echaréis de delante de vosotros a todos los moradores del país, y destruiréis todos sus ídolos de piedra, y todas sus imágenes de fundición, y destruiréis todos sus lugares altos; y echaréis a los moradores de la tierra, y habitaréis en ella; porque yo os la he dado para que sea vuestra propiedad” (Números 33:51-53).
Podemos destacar por los menos tres lecciones, que serán de bendición en nuestra caminata a la tierra prometida:
1. ECHARÉIS A LOS CANANEOS. El texto es claro: “echaréis”. Esto indica intención, voluntad. No debían dejar que los cananeos vivan entre ellos, esa tierra era propiedad de Israel, y por lo tanto debían conquistarla, poseerla. Si por alguna razón llegaban a un acuerdo y no los echaban, quizás para evitar una guerra o enfrentamientos, y los cananeos e israelitas decidían vivir en la misma tierra, éste no era el plan de Dios. ¿Por qué? Porque Dios dice: “si no echareis a los moradores del país de delante de vosotros, sucederá que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis” (Números 33:55). Entonces, Dios que sabe el futuro les dice claramente que deben “expulsar” a buenas o a malas a los cananeos de sus territorios.
2. DESTRUIRÉIS TODA IDOLATRÍA. Los cananeos tenían un sistema de adoración muy lejano a la Biblia. Cultos con sacrificios humanos, y demás. Todo eso se manifestaba en “lugares altos”, lugares de culto y un sinnúmero de ídolos de diversos materiales. Todo eso, no debía quedar intacto, debían ser destruidos completamente. Ningún vestigio de idolatría y falsa adoración sería permitido en la tierra prometida.
3. HABITARÉIS CANAÁN. Esta es la meta de Dios, que su pueblo posea completamente la tierra prometida. Poseer la tierra de Canaán solo dependiendo de fuerzas humanas, sería difícil y hasta imposible, pero Dios estaría con ellos todos los días. No solo sueñes con vivir en la tierra prometida, es necesario poseerla en el nombre de Jesús.
Una vez más, hoy es un buen día para recordar que vivimos en medio de “enemigos”, de cananeos que son los “pecados, costumbres y situaciones” que deben ser “echados”, “expulsados” de nuestras vidas. No hay que dejar ningún vestigio, nada, absolutamente nada porque serán “aguijones, espinas” en nuestras vidas, las cuales no dejarán que seamos plenos ni felices.
El enemigo es enemigo, por eso debemos expulsarlos de nuestras vidas. No se deben pactar ni dejar “vestigios” suyos. El enemigo es enemigo, por lo tanto no deben tener relación alguna con nosotros. ¿Amén?
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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