La vida de Salomón es probablemente la vida más relacionada con el tema de la sabiduría en la Biblia. Seguramente escuchaste o leíste alguna vez sobre una decisión tan buena que se le denominó: “decisión salomónica”. Y sí, Salomón fue un rey sabio, tanto así que con frecuencia recordamos aquella escena en donde Dios se le apareció una noche para preguntarle qué quisiera que le dé. Salomón pidió: “Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este pueblo tan grande? (v. 10). Efectivamente, Dios le dio sabiduría y ciencia, así como riquezas, bienes y gloria (v.12).
Hace algunos años conocí a un joven en una de las iglesias que pastoreaba que me sorprendió con una confesión: “pastor, todas las noches espero que Dios se me aparezca en visión para que me pregunte qué quisiera darme, y nada de nada, ¿por qué?”. Como tú, también sonreí.
A veces pensamos que Salomón solo se acostó para dormir y Dios se le apareció de casualidad, como por “arte y magia” y “zas” le dio la sabiduría, o apareció como un “hada madrina” de un cuento ficticio, eso no fue así. En la vida cristiana, nada ocurre por “arte y magia”, o por una acción milagrosa de “una varita mágica” o la “rosa de Guadalupe”, no. La vida real es de paso a paso, de acción y reacción, de causa y efecto. De procesos para eventos. Los primeros versículos de nuestro capitulo de estudio es categórico:
“Subió, pues, Salomón allá delante de Jehová, al altar de bronce que estaba en el tabernáculo de reunión, y ofreció sobre él mil holocaustos” (v.6).
Salomón pudo ver la presencia de Dios en su vida, después de que derramó su vida ante Dios. No existe una vida exitosa ni sabia sin la búsqueda de Dios en primer lugar. Si deseamos ser sabios y exitosos en nuestra tarea como líderes, padres, esposos y demás, debemos buscar a Dios para adorarle como él se merece. Esto lo diría el mismo Jesús: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás será añadido” (Mt. 6:33). No hay otro camino para ser sabio sino el buscar a Dios. Santiago diría: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Stg. 1:5).
Si desea ser sabio, BUSCA a Dios en primer lugar cada día. ADÓRALE como se merece, completamente y sin reservas. Y Dios te hará sabio porque “el principio de la sabiduría es el temor a Jehová ” (Prov. 1:7).
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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