Hace algunas semanas estuve predicando en una campaña de evangelismo en algún lugar del Perú. Después de la predicación, se me acercó una señora con una mirada de preocupación para decirme: “pastor, me gustó su tema. Entendí el mensaje solo que me voy con una pena en mi corazón. Y es que no vi milagros de sanidad, de liberación, etc”. La miré a los ojos y le dije: “¿eso es lo que usted esperaba de esta noche de evangelismo”. Y ella respondió con prontitud: “¡claro! De eso se trata el evangelio de libertad, de milagros, sanidad”. Para ella, una señal de un predicador con el Espíritu Santo debía hacer milagros de sanidad, hablar en lenguas angélicas, etc.
Vivimos en tiempos donde la gente quiere ver prodigios, milagros, señales, manifestaciones apoteósicas de los “hombres de Dios”. Sin embargo, ese querer no es nuevo, ya en los tiempos bíblicos y más específicamente en tiempos de la peregrinación del pueblo de Israel habían gente que deseaban profetas que les revelen sueños, o la voluntad de Dios. Es por ello que Dios, sabiendo que la gente esperaba el levantamiento de profetas o mensajeros de Dios, pone en claro a qué le debemos tener cuidado:
“Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma” (Deuteronomio 13:1-3).
Puede que el profeta (literalmente significa: portador del mensaje de Dios) profetice algo, y se cumpla como dijo. Sin embargo, eso no garantiza que sea de Dios. Porque puede hablar con verdad, pero si te CONDUCE A OTROS DIOSES, si te habla en contra de la adoración exclusiva a Dios, tal profeta jamás debe ser escuchado y debe morir. Un profeta, mensajero, pastor, líder, jamás podría llevarnos por caminos lejanos a la voluntad de Dios. Jamás. Muy por el contrario, el profeta , pastor, líder, maestro debe llevar a sus dirigidos a una experiencia verdadera con Dios.
Y amigos, esto funciona para todos los aspectos de la vida en los predicadores, pastores, evangelistas, etc. Si un mensaje te aleja de Dios y de la adoración verdadera, no vale. Si enseña en contra de la Biblia. No vale, y no debe ser escuchado.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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