Abimelec, hijo de Jerobaal (Gedeón) llegó a gobernar Israel con astucia, matando a sus propios hermanos para ello. ¿Hasta qué punto puede llegar la maldad, la codicia y el amor al poder para hacer cosas terribles? En la lectura de hoy podemos destacar por lo menos tres lecciones:
1. Tener un buen padre, no indica ser un buen hijo. A veces creemos que porque somos buenos padres tendremos hijos buenos. Tristemente no es así. Hay un punto en la vida de los que hijos en que eligen su propio camino. Abimelec tuvo un buen padre, pero fue un mal hijo. Mató a sus propios hermanos para ser el gobernante de Israel.
2. Lo que mal empieza, mal termina. Abimelec fue gobernante de Siquem, y sobre todo Israel por tres años. Sin embargo, Dios permitió que haya pelea entre ellos, al tal punto de que Abimelec muriera por la piedra de un molino. Nada bueno puede haber cuando se ha empezado mal. No hay bendición.
3. Dios es Justo, y da a cada uno según sea sus obras. El texto dice claramente: “Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre, matando a sus setenta hermanos” (Jueces 9:56). Dios jamás dejará de emitir juicio contra los que hacen mal. Dios es Justo y su justicia es perfecta. Abimelec mató a sus hermanos usando piedra, y del mismo modo, Abimelec murió por una piedra de molino. En el mundo oriental podrían llamarlo “karma”, pero la Biblia lo llama justicia divina.
Dios es Justo, nunca dudes de ello.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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