“Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15).
Este es probablemente uno de los pasajes más conocidos, enseñados y predicados del libro de Josué. Sin embargo, es también muy probablemente, el pasaje menos practicado. Y es que se trata de un llamado radical. No hay más tiempo que perder, Josué va a fallecer dentro de muy poco, la vida se le va apagando y después de haberles dado consejos para triunfar en la fe, Josué les hace escoger sin rodeos.
Hay solo dos opciones. No hay más vueltas que dar, el llamado es simple: ESCOJAN A QUIÉN VAN A SERVIR, a DIOS o a los demás dioses. Así de sencillo. La vida cristiana no es un laberinto de decisiones, no. La vida cristiana es blanco o negro, y esto no es dogmatismo, y mucho menos radicalismo, es simplemente, bíblico. No podemos estar tantos años, con tantos sermones encima, con tantos consejos y recomendaciones y seguir viviendo como si nunca nos hubieran aconsejado. No, es tiempo de vivir un cristianismo genuino. O vamos con Dios, o vamos contra Él. No hay luz ámbar, o vamos con verde o nos quedamos en rojo. No hay punto medio, o somos de Dios o simplemente no lo somos, somos del enemigo.
Algún lector podría sentir que el texto es muy duro, y hasta demasiado pragmático, no. Se debe entender que Josué está hablando a un público maduro, que escuchó, vio, fue testigo de cómo se perdieron sus padres en el desierto. Por lo tanto, tienen ejemplo vivo para no cometer los mismos errores. Sus padres, los que vivieron sirviendo a los dioses cananeos se perdieron en el desierto. Y si los que escuchan a Josué no recapacitan, terminarán como los israelitas que murieron en el desierto.
Finalmente, en el texto muestra que la salvación no debe ser visto como personal cuando se es padre. Josué no dijo: “YO, Y LOS QUE DESEEN DE MI CASA, serviremos a Jehová”, no. Josué dijo: “YO Y MI CASA, TODOS”. Como padres de familia somos responsables de encaminar, de llevar a nuestros hijos, a todos los que están debajo de mi techo a los brazos de Jesús. Este es el mayor y mejor deseo que debe aspirar un padre.
Feliz día.
Pr. Heyssen Cordero Maraví
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